Los neumáticos son el único punto de contacto entre el vehículo y la carretera, lo que convierte su correcto estado en un pilar de la seguridad vial. Sin embargo, existe un riesgo poco conocido, la cristalización del caucho, una condición silenciosa y peligrosa que se manifiesta cuando la goma pierde elasticidad y se endurece hasta volverse quebradiza. Es lo que conocemos como cristalización de los neumáticos.

¿Cuándo se produce la cristalización de los neumáticos?
La cristalización ocurre cuando el caucho sufre un proceso de envejecimiento acelerado, deja de ser elástico, se endurece y pierde adherencia al pavimento. El fenómeno puede ser casi imperceptible a simple vista, pero sus consecuencias detrás del volante son muy graves.

Ruedas cristalizadas: principales causas
La radiación ultravioleta, las temperaturas extremas y el almacenamiento inadecuado son los  factores principales, hay otros elementos que también influyen. El uso prolongado en condiciones extremas acelera el desgaste, al igual que estacionar de forma habitual al sol o en ambientes húmedos. La conducción agresiva y el paso del tiempo también favorecen que el caucho pierda flexibilidad, incluso aunque el dibujo del neumático todavía presente profundidad suficiente.

Cómo detectar la cristalización
Reconocer la cristalización es posible si se presta atención a ciertos indicios. Las grietas en la superficie de la banda de rodadura o en los flancos son una señal evidente, al igual que la rigidez al tacto: cuando la goma no cede o no recupera su forma tras presionarla, se encuentra en mal estado. También pueden notarse sensaciones anómalas al conducir, como pérdida de tracción en curvas, un aumento de la distancia de frenado, mayor tendencia al aquaplaning o un consumo de combustible más elevado. Los ruidos inusuales y vibraciones al rodar completan la lista de síntomas que deberían levantar la alerta.

Riesgos reales al volante
Circular con neumáticos cristalizados incrementa de forma significativa las probabilidades de sufrir un accidente. La pérdida de adherencia es evidente en mojado o en curvas, y la distancia de frenado se alarga, lo que multiplica las posibilidades de colisión. El endurecimiento de la goma también aumenta el riesgo de reventón a alta velocidad y compromete el funcionamiento de sistemas de seguridad como el ABS o el control de estabilidad.

Prevención y soluciones
La única solución definitiva cuando los neumáticos se han cristalizado es sustituirlos. No existe forma de revertir el proceso. Por eso es importante la prevención, revisar periódicamente el estado de las cubiertas, evitar la exposición prolongada al sol, guardar las ruedas en lugares frescos y secos y conducir de manera cuidadosa para reducir el sobrecalentamiento del caucho.

La cristalización de los neumáticos es un riesgo silencioso pero grave, especialmente relevante en verano, cuando la exposición al sol y el calor aceleran el proceso. Aunque no siempre es visible, la dureza de la goma o las pequeñas grietas pueden delatar su presencia. Ignorar este problema puede comprometer la seguridad de todo el vehículo, sus ocupantes y del resto de ocupantes de la vía. Observar con atención, revisar en talleres especializados y actuar a tiempo es clave para garantizar un viaje seguro.